domingo, 18 de noviembre de 2012

Mientras duermen los payasos.

Hoy Don Pepito parece desorientado. Ha perdido a Don José. La díscola Turuleta, con sus patas de alambre y su cresta lacia, por una vez y sin que sirva de precedente, pondrá sus huevos en el corral, y Susanita y su ratón chiquitín dormirán abrazados junto al radiador para mitigar el gélido estremecimiento que hoy recorre la espina dorsal de varias generaciones de españoles.

Emilio Aragón, Miliki, nos ha dejado.

A los niños de treinta, cuarenta y cincuenta años hoy nos cuesta respoder ¡¡¡¡¡B I E N!!!!!! ante aquella machacona pregunta ¡¡¡ ¿Cómo están ustedeeeeeees?!!! que desde la pequeña pantalla de dos canales, nos demandaba cada tarde un grupo de payasos, en la década de los setenta. Aquellos cómicos forman parte de nuestra vida, de nuestro bagaje personal, de nuestro ADN intransferible. Nos acompañaron junto al bocadillo de Nocilla, intercambiaron cromos con nosotros a la salida del cole, y se sentaron en la mesa familiar donde nuestra madre desgranaba los guisantes, mientras el abuelo leía a Marcial Lafuente Estefanía fumando sin tregua sus sempiternos celtas cortos, y los pequeños hacíamos los deberes. Permanecieron a nuestro lado en la adolescencia, al abrigo del primer amor, nos vieron crecer y multiplicarnos, madurar, licenciarnos, democratizarnos, ser padres jóvenes y lozanos abuelos.

Es cierto y verdad. Una vez hubo un circo que nos alegraba el corazón. En cuanto sonaban los primeros compases de sus populares canciones infantiles, las tarareábamos una y otra vez, sin pudor y con desenvoltura, padres e hijos, hermanos y primos, amigos y vecinos. ¡¡¡¡Qué levante la mano quién no haya cantado alguna vez Feliz, feliz en tu día !!!, que pasará a la historia como la contrarréplica hispana al anglosajón Cumpleaños feliz.

Miliki pertenecía a una estirpe de artistas circenses, a una saga de comediantes ilustres que engrandecieron el mundo de la farándula, tantas veces denostado injustamente. Gracias a él, el término payaso abandonó para siempre cualquier matiz peyorativo, recuperando su mejor acepción: "artista que hace reír", Pero este titiritero singular no se paró en las barras de la gran nariz roja y los zapatones, sino que nos obsequió con su buen hacer al otro lado de las cámaras, consiguiendo un excelente resultado en el complejo e impredecible mundo del cine y las comedias musicales.

Pero yo, sin dejar de sumarme a todos los homenajes habidos y por haber, quiero, desde aquí, dar un paso más y honrar la memoria de Emilio Aragón, escritor. Durante los últimos tiempos, nuestra común agente literaria, Déborah Albardonedo, nexo imaginario pero tácito, ha intensificado la necesidad y la oportunidad de este sincero y emotivo recuerdo. Mi admiración y respeto por el Miliki novelista. "La providencia" y "Mientras duermen los murciélagos" son auténticos derroches de imaginación plagados de personajes inolvidables.



Esta noche no estamos ¡¡¡BIEN!!! Pero como dicen los artistas: "El espectáculo debe continuar" y Miliki, el payaso amigo de los niños y de los no tan niños, así lo hubiera querido. Pero, si de repente, su barba se redujera a tres largos pelos, o le picara imperiosamente la nariz, se encontrara con Ramón chutando fuerte y metiendo gol, o se cruzara en su camino el auto feo de papá, corra y asómese a la ventana. Seguro que entre la Osa Mayor y la Osa Menor, hay un cuerpo celeste más brillante, que parpadea intermitente con un guiño de complicidad, en un intento por transmitirnos pasión por la vida y alegría al corazón. Es la estrella de los inmortales.

Descanse en paz, Emilio Aragón, artista, escritor y compañero !







martes, 13 de noviembre de 2012

La noche en que los árboles nos dejaron ver el bosque



Siempre he pensado que el otoño tiene algo mágico.Pero si nos paramos unos minutos a reflexionar sobre el origen del encantamiento, fácilmente concluiremos que los principales responsables del embrujo son los árboles. Se visten y se despojan, cambian de color, de forma, se desdoblan, se retuercen, dilatan su tronco o crecen como enhiestos surtidores de sombras y sueños.

¡Qué bonito está el jardín! o ¡En esta época del año el parque luce en todo su esplendor! Estas son frases que todos hemos dicho alguna vez al admirar la espectacularidad de los oasis urbanos, tan limitados en su extensión como en su variedad botánica. Por ello, cuando recorremos los bosques navarros de la Selva de Irati, uno de los hayedos más vastos de Europa, con una extensión superior a las 17.000 hectáreas, la fascinación desborda nuestros sentidos. Si, además, los que nos internamos en la espesura perseguimos una aventura que nos ayude a cambiar el escenario de la gran ciudad en la que vivimos atrapados, nuestra resistencia se convierte en nula ante la seducción del paisaje. Y si, por añadidura, al penetrar en el corazón del bosque, nos dejamos acariciar por el silencio, exclusivamente roto por los sonidos propios del lugar, no es de extrañar que empequeñezcamos ante la grandiosidad de la naturaleza. Y, para terminar, si en el colmo de la fortuna, la compañía en la que realizamos la peripecia es excepcional, sin esperarlo ni preverlo, sin duda, la experiencia se convierte en casi mística.

Es un placer recorrer tesoros naturales de incuestionable valor ecológico, en estado casi virgen y en el corazón del pirineo navarro. Joyas naturales como el embalse de Irabia o el paisaje kárstico de Larra, los valles de Aezkoa y Salazar, salpicados de pueblos donde parece que el tiempo se hubiera detenido. Nunca un bosque estuvo tan vivo. Transmisor de multitud de sensaciones, en las que intervienen todos los sentidos. El encuentro a solas con la naturaleza, el rumor del agua entre hayas y abetos, el frescor de ríos y arroyos, el sonido huidizo de los animales, el olor de los frutos del bosque, la suavidad del manto de musgo y hojas caducas que cubren el territorio en toda su extensión, sin ocultar los senderos por los que, sin empeño premeditado, el viajero se siente invitado a recorrer como consecuencia de su hipnótica belleza. Imágenes captadas por nuestras cámaras y teléfonos, pero, sobre todo, por nuestra retina que las depositará con mimo en la zona del cerebro donde se ubica la memoria de los recuerdos más bellos y entrañables.

No me cansaría de ensalzar cuanto la naturaleza ha puesto ante mis ojos en unos pocos días, pero hoy, por encima de las excelencias del paisaje, quiero loar a mis compañeros de aventura. Nueve personas de procedencias y edades dispares, con profesiones e intereses heterogéneos, con historias personales singulares y asimétricas, desconocidas entre sí hasta el mismo momento de iniciar el viaje. ¿Cómo se puede compartir el reducido espacio de una furgoneta con tanta camaradería y complicidad? ¿Cómo se puede ser solidario, generoso, desprendido y complaciente y anteponer el bienestar de los demás al propio con tanta facilidad, como si no costara esfuerzo? Es como si saliendo de nuestro ecosistema, abandonáramos los malos hábitos, la intolerancia, el egoísmo y la cortedad de miras y el nuevo escenario lograse sacar lo mejor que llevamos dentro. ¿Por qué entonces somos tan ingobernables? ¿Es nuestro hábitat el responsable de nuestra transformación de Jekill en Hide?

¡Gracias, compañeros! Gracias por dejarme disfrutar de los árboles sin perder de vista la perspectiva del bosque. Nada de esto hubiera sido igual sin vosotros. La belleza del paisaje se duplica cuando se comenta, la excelencia de la comida se multiplica cuando se brinda con un vino de la tierra, las veladas son inigualables cuando se ríe en buena compañía delante de un chupito de buen pacharán. Nadie mejor que vosotros sabéis de lo que hablo.



Ya nadie duda de los beneficios de caminar, que se convierte en una actividad física saludable para los que no pueden o no quieren realizar el esfuerzo que requieren otros deportes. Pero esta actividad compartida crea lazos de amistad tan esperanzadores como psíquicamente ventajosos. 

Gabriel García Márquez escribió: "Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pídele al destino la fuerza y la sabiduría necesarios para saber expresarlos y demuestra a tus amigos lo mucho que te importan". Bueno, pues me importáis... y mucho, y espero que el destino, más pronto que tarde, me dé la oportunidad de demostrároslo de nuevo. Hasta entonces, seguiré haciendo camino al andar con vuestro recuerdo en mi corazón. 

Buenas noches y buena suerte "Iratis". Hoy me adormeceré con el doblar repetido de las campanas de Isaba.