jueves, 26 de julio de 2012

Una noche de duelo y nostalgia.

Es ley de vida. Se nos mueren los padres y nos vamos quedando huérfanos. Hoy le ha tocado a otro de los siete progenitores de la Constitución española. Gregorio Peces-Barba es el cuarto que desaparece, tras la muerte de Gabriel Cisneros, 2007, Jordi Solé Tura, 2009 y Manuel Fraga, en enero de este mismo año. Los tres restantes son Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez Llorca y Miquel Roca. Juntos encarnaron a los "Siete Magníficos", cuya misión se convirtió en la más delicada del momento político que vivía España a finales de los setenta: redactar una Carta Magna, que nos acogiera a todos como garantía de convivencia y tolerancia, convirtiendo a nuestro país, por fin, en libre, democrático y moderno. Un instrumento que posibilitara la Transición diseñada por Adolfo Suárez y Su Majestad el Rey. Son muchas las voces que hoy se alzan pidiendo una reforma urgente de nuestra Ley de leyes para adecuarla a los nuevos tiempos y a las nuevas circunstancias. Tal vez ha llegado el momento de plantearnos esa revisión, que no mermaría en ningún caso la excelencia de un trabajo llevado a cabo por este grupo de sabios, cuyo sentido de Estado les hizo caminar por una vía de consenso y tolerancia, aparcando cualquier otra consideración disgregadora en favor de la alta misión encomendada.

Cualquier biografía de Gregorio Peces-Barba explica sus inicios como abogado durante la dictadura de Franco, su afiliación al PSOE en 1972 y su primer escaño por Valladolid en las elecciones generales de 1977, así como su aportación a la redacción de la Constitución española de 1978. Como consecuencia del aplastante triunfo del Partido Socialista en los comicios de 1982, fue elegido presidente del Congreso de los Diputados por 338 votos a favor, ocho en blanco y ninguno en contra. Tras dejar la presidencia de la Cámara, regresó a su cátedra y en 1990 inició una larga etapa profesional como Rector de la Universidad Carlos III, cargo que ocupó hasta 2007. Son muchos los doctorados "honoris causa" que figuran en su biografía e innumerables las distinciones y condecoraciones que le fueron otorgadas como miembro ilustre de la comunidad académica española y europea.

Con ser su curriculum extenso y prestigioso, no es ese el aspecto que hoy quiero destacar del señor Peces-Barba, motivada por un impulso de reconocimiento desde el puesto que ocupo en la Dirección General de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, perteneciente al Ministerio del Interior, y de la que el Alto Comisionado fue su precursor. En 2004, el presidente Rodríguez Zapatero, coincidiendo con el regreso del PSOE al poder, pensó en él para que se ocupara de la Atención a las Víctimas del Terrorismo, desde un enfoque integrador y con un plan de protección amplio que abarcara aspectos que nunca se habían contemplado hasta entonces, como el de la atención psicológica, el empleo o la asistencia jurídica. Todo parecía indicar que las Víctimas estaban en buenas manos, pero en su camino se cruzó Francisco José Alcaraz, por entonces, presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que se convirtió en el ariete del Partido Popular contra la política antiterrorista del Gobierno socialista, llegando a acusar a su presidente de ser cómplice de ETA y traicionar a las víctimas.

Las manipulaciones de la AVT de Alcaraz se hacían más evidentes en proporción directa con el escaso número de víctimas de ETA durante esa etapa y el mayor número de veces que las Fuerzas de la Seguridad del Estado desarticularon comandos y descabezaron a la banda terrorista, mientras pretendían convertir a Peces-Barba en un instrumento al servicio del maquiavélico plan de Zapatero y su denostado proceso de paz. Me consta que don Gregorio hizo cuanto pudo para que las organizaciones de afectados desvincularan sus objetivos de intereses partidistas, pero no lo consiguió. Un hombre de su talla y sus cualidades desperdiciaba su talento intentando restablecer una comunicación rota intencionadamente, a la vez que empeñaba su prestigio personal en una negociación para mejorar unas relaciones entre diversas facciones, con síntomas de fracaso anticipado. Se le acusó de ser "amigo de ETA" y "cómplice de las actividades de la banda". Ante tales imputaciones y, aunque contaba con el respaldo incondicional del presidente del Gobierno, Peces-Barba presentó su dimisión.


Es un día triste para muchos españoles. Perdemos a un prócer de la patria, a un catedrático insigne y a uno de esos hombres que atesoran el sustrato de la sabiduría y la experiencia de las que debe beber un país ante sus encrucijadas. España pierde a un hombre de bien, a un verdadero patriota experto en consensos y acuerdos, que anteponía el bien común por encima de ideas e intereses particulares. Pero las víctimas del terrorismo pierden hoy al que fue su valedor, a un hombre que puso los cimientos de la protección integral de la que hoy gozan los que sufrieron en primera persona el azote del terrorismo y sus familias. Su estela ha permitido profundizar en el único objetivo que, dada la responsabilidad añadida del colectivo con el que trabajamos, debe regir nuestra actuación como servidores públicos: mejorar la situación de las víctimas del terrorismo, cuyo papel será fundamental en el futuro para la construcción de una sociedad libre y democrática. Por mi parte, tengo muy presente cada día mi doble función a su servicio: salvaguardar su memoria y facilitarles cuanta ayuda y apoyo necesiten para que la vida de los que injustamente han sufrido la lacra del terrorismo sea mejor. Se trata no sólo de un deber, sino de un acto de autoexigencia personal...



El destino ha querido que Gregorio Peces-Barba falleciera el mismo día en que se conmemora el veinte aniversario de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Nuevo motivo de nostalgia para los que vivimos aquellos años en los que los españoles nos estusiasmábamos con los retos compartidos y no parecía que nuestros sueños tuvieran techo. Tal vez don Gregorio  ha elegido este día para surcar el cielo en una parábola como hace veinte años la flecha de nuestro arquero olímpico encendió majestuosamente el pebetero con el que daban comienzo los XXV Juegos Olímpicos de la era moderna, haciendo estallar de júbilo a toda España. Aún hoy, al contemplar de nuevo la escena, se revive la emoción.

¡Descanse en paz Magnífico y Excelentísimo Rector!

jueves, 19 de julio de 2012

La noche de las tijeras afiladas


Todo el mundo sabe que los santos patrones del funcionariado nacional son Antonio Fraguas "Forges", por el trato exquisito que siempre ha dispensado en sus chistes a los empleados públicos y Mariano José de Larra, cuya frase "Vuelva usted mañana" sigue siendo la consigna favorita del funcionario que atiende en ventanilla, aunque hayan pasado dos siglos del famoso artículo firmado por el insigne escritor y las ventanillas ya no existan.

Cualquier español no perteneciente al ámbito público sabe contar un chascarrillo sobre funcionarios, y desde luego, si la famosa frase de Larra fuese el título de una canción, sería la más versionada de la historia de España, país en el que resulta harto difícil no encontrar a nadie que no haya sido el protagonista de algún trámite infinito o, más letal aún, que no esté dispuesto a contarlo.

Ningún perfil del catálogo profesional de artes y oficios, como el del empleado público, aparece tan estereotipado, sujeto a tópicos y respondiendo a una potente imagen de vagos y negligentes, por culpa de un buen número de parásitos que entendieron finiquitados sus retos profesionales cuando aprobaron una oposición. Lamentablemente, nunca estos hicieron tanto daño a todos.

Mariano Rajoy, con traje de papá Nöel y rodeado por sus pajes y escuderos, nos ha felicitado la Navidad en el mes de julio. Se trata de hacer bueno el refrán de que "quien avisa no es traidor", además de poner en valor su exquisita consideración, por si alguien tiene intención de comer turrón durante las Pascuas de 2012, vaya pensando en comprarlo ahora, porque luego ya no podrá.

Precisamente este regalito navideño anticipado unido a las pérdidas y recortes que venimos arrastrando desde hace años, deja a muchos funcionarios tocados de necesidad. Por eso, mejor que echar mano de Larra, lo que ahora se impone es hacerlo de una autora olvidada, Dolores Medio que, en 1956, escribió una novela de lúgubre título: "Funcionario público", en la que narraba la vida monótona y gris de un empleado de Correos al filo de la pobreza. Una losa de realismo social de aquella España que, lamentablemente, parece retratar tambíén a muchos funcionarios de hoy. Esa imagen del empleado público que sobrevive desempeñando tareas mecánicas, sin aspiraciones, o esa del médico o profesor que representan la sanidad y la educación públicas, gratuitas y universales y que los españoles, injustos e ingratos, no valoramos ni reconocemos, prestos a santiguarnos cuando de funcionarios se trata, para relatar acto seguido el último sucedido en ventanilla.

Aunque hubiera cabido esperar, quizá, cierta clemencia por parte de un Gobierno plagado de altos empleados públicos, encabezados por un registrador de la propiedad, el hachazo ha caído con toda su contundencia sobre un sector con el que parece que cualquier castigo siempre será menor. Los funcionarios cargamos con un pecado original que en momentos de inestabilidad y zozobra se convierte en un elemento distorsionador de nuestra actividad: la seguridad del puesto de trabajo, inmune a despidos. Es por ello que cualquier recorte aplicado sobre el colectivo no se ve como una posible causa de la pérdida de calidad del Estado del Bienestar, sino como una justísima represalia dirigida contra una casta privilegiada que no tiene derecho ni a protestar.

El famosísimo artículo de Larra incidía en lo lioso de los trámites y el casquivanismo español de un empleado público que se mimetiza con el Estado. Pero pocos repararon en el ciudadano. A un español no se le debe decir "vuelva usted mañana", porque ya se encargará él de aparecer mañana y no el día que debe. Siempre se señala con saña al que está detrás del mostrador, pero ojo con el que está delante. A ver si el problema va a estar en que no se le puede exigir a la Administración un ritmo que el país en sí mismo no tiene.

Después de semanas en las que se lleva hablando de los funcionarios y muchas son las páginas escritas analizando su función, sus eficacias e incompetencias, se ha filosofado y elucubrado sobre su origen, de dónde vienen, su necesidad de existir, cómo llegaron al planeta tierra y hacia dónde van...  Me tienta la posibilidad de escribir, tal vez, una novela que lo explique, porque aún nadie ha sabido dar con la clave en ficción o película, y los funcionarios nos hemos quedado reos del razonamiento de un romántico de dos siglos atrás, y girando sobre un chascarrillo tan absurdo como gastado.

La incidencia sociológica de la crisis, se traduce de la siguiente manera: si en tiempos de bonanza económica, los funcionarios son criticados por el resto de la población, en tiempos de crisis son mirados con envidia y resentimiento. Pero eso sí, al barco público intentarán subir todos los náufragos del empleo. Finalmente, la crisis se superará, los funcionarios sobreviviremos, pero no es menos cierto que del mal trago no se librará nadie y el sector público pagará el precio más caro de las consecuencias correspondientes a los duros tiempos que vivimos, retrocediendo con pasos de gigante en sus condiciones laborales y viendo frustradas conquistas ancestrales por un trabajo digno.

... Así y todo siempre será fácil reconocer al buen funcionario, sobre todo en tiempos difíciles. Fíjense, fíjense bien ciudadanos privados, estamos ahí para ampararles y defenderles... Y, por favor, colóquense en el bando correcto.

Buenas noches a todos, pero en esta ocasión permitidme que sucumba al corporativismo, y mis mejores deseos sean hoy para mis compañeros los EMPLEADOS PÚBLICOS.

sábado, 14 de julio de 2012

Una noche de insomnio


Hoy no me será fácil dormir. Imágenes como estas me quitan el sueño.

Así que como de momento la vigilia se ha instalado en mi dormitorio, daré algunas vueltas a este desasogiedo que siento al constatar la evidente diferencia entre el talante y la catadura moral de los miembros del Gobierno de mi país y su corte de parlamentarios populares, frente a la imagen que dio la vuelta al mundo de una ministra de Trabajo italiana, Elsa Fornero, rota por el dolor ante la difícil misión que las cicuntancias le imponían. Sin poder contener las lágrimas, comenzó a desgranar las duras medidas que el gobierno del primer ministro Mario Monti se veía obligado a adoptar para sacar a Italia de la grave recesión en la que se encontraba. Cuando se desbordaron los sentimientos, éste tuvo que acudir en su auxilio y terminar las frases que ella apenas articulaba con dificultad. Al término de la sesión de ayer, 11 de julio de 2012, que pasará a los anales de la historia parlamentaria como una de las más aciagas para la vida y la hacienda de los españoles, este era el aspecto que ofrecía la bancada popular, al finalizar el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el rosario de estocadas que la ciudadanía inocente y menos favorecida va a tener que soportar, en aras de una salida de la crisis, que no llega nunca.
¿Pero es que nadie les explicó a Sus Señorías, que cuando la cosa va de joder al prójimo, no se aplaude? 

Hace pocas semanas, el Gobierno nos vendía la operación que Rajoy y De Guindos habían negociado personalmente con las instituciones comunitarias para inyectar liquidez a la maltrecha banca española como el éxito indiscutible de un gobierno sólido y capaz, en contraposición con el blando e inútil de Zapatero. Hasta Su Majestad el Rey les felicitaba públicamente por ello. Más pronto que tarde, se ha demostrado que hablamos de una maniobra de rescate encubierto en la que estamos metidos y, entre todos, vamos a tener que pagar. Es decir, lisa y llanamente, Europa nos presta un dinero para sanear el sector bancario, que hay que devolver con intereses, como cualquier préstamo. Pero, además, hay una letra pequeña que en sucesivas dosis y con los dolores propios de un parto estamos descubriendo. Con cada contracción para que nazca la criatura, nos vamos a ir desgastando y agotando hasta que finalmente nos tengan que hacer una cesárea de urgencia a través de un rescate convencional, para no morir en el intento.

Europa pone como condición para prestarnos el dinero que reduzcamos el déficit y este se reduce con medidas de austeridad. Pero en ningún sitio dice que estas medidas tengan que ser unidireccionales. Y es ahí donde radica la indignación de los ciudadanos. El peso del parto lo van a soportar la clase media trabajadora, en especial, el sector público, a través de impuestos y recortes y un Estado del Bienestar del que ya queda poco. Pero ni una sola medida para involucrar a los que más tienen. Seguimos adelante con la amnistía fiscal, ni un sólo precepto impositivo para las grandes fortunas, iniciativas como la desaparición de las Diputaciones brillando por su ausencia y ni una alusión a posibles recortes en prebendas, coches oficiales, almuerzos, viajes, etc. de los altos cargos de la Administración... Un despropósito sin paliativos.

No es posible tanta infamia. ¿Es que el Gobierno no se da cuenta de que se le pueden poner las cosas muy difíciles si dispara contra los que sostienen el sistema, contra los que le sostienen a él? Indignante la prepotencia de algunos de nuestros más insignes representantes soberanos. Parlamentarias que se burlan de los parados o presidentas de Comunidades Autónomas que hacen chistes con la lucha minera pueden encender una mecha muy peligrosa que desencadene una violencia difícil de contener. Las actitudes son importantes y especialmente en momentos tan delicados. La ciudadanía cada vez se sitúa más lejos de sus gobernantes y no confía en absoluto en que este Gobierno ni el que pudiera erigirse en alternativa desde la actual oposición, nos vayan a sacar de esta debacle en la que nos han metido. Yo invito a nuestra clase política a ser más reflexiva y a intentar recuperar la afección del pueblo con humildad y respeto. Todo lo demás serán piedras contra su tejado y el tejado de nuestra propia salud democrática.

Pero esta historia aún no ha terminado. En los próximos meses iremos conociendo de primera mano los siguientes capítulos del culebrón, como la creación de un banco malo, controles cada tres meses, y los esfuerzos adiciones que se requerirán para cumplir con el criterio de déficit, es decir, situarlo por debajo del 3% en 2014, lo que se convertirá en un condicionamiento brutal para el Estado y para todos nosotros. Vivimos y viviremos por mucho tiempo en libertad vigilada.

En fin, visto lo visto, tendré que intentar con vehemencia conciliar el sueño, después de un día complicado en el que los ciudadanos hemos tenido que tragar una de las píldoras más amargas desde que se inició esta maldita crisis. Y cuántas más tendremos que engullir en un futuro de recesión que se adivina largo y tortuoso...

                                                                                       


jueves, 12 de julio de 2012

Una noche de cuento


Las manecillas del reloj se acercan irremediablemente a las doce de la noche con su armónica cadencia, lenta y determinante la corta, más rápida y cuestionable la larga.

En esta noche de verano, mientras contemplo el cielo de Madrid calmo y estrellado, os voy a contar un cuento.

Imagino que todos conocéis el clásico de los hermanos Grimm "Los músicos de Bremen", en el que un burro, un perro, un gato y un gallo escapan de distintas granjas de la Baja Sajonia antes de ser sacrificados, debido a que por su vejez ya no son rentables para sus dueños. Durante su éxodo coinciden en los caminos y juntos deciden iniciar un viaje a Bremen, ciudad alemana liberal y abierta al mundo. En el recorrido, huyendo de su fatal destino, libran a los dueños de una posada del ataque de unos bandidos, formando con sus cuerpos una esperpéntica figura. Emitiendo, además, los sonidos propios de su especie, consiguen una composición musical que aterroriza y hace huir a los forajidos. De esta manera se convierten en leyenda y la moraleja de la historia descansa en la evidencia de que el destino se puede cambiar y que cualquier crisis ha de ser un revulsivo que nos infunda fuerzas renovadas para empezar de nuevo, resurgiendo de nuestras cenizas, como el ave Fénix.
Dadas las difíciles circunstancias por las que atravesamos, espero que esta historia nos ayude a todos a reflexionar en positivo.

Vamos allá !!!!


" En un país llamado España, gobernado por una clase política que había renunciado a su leitmotiv en favor de una suerte de “mercados financieros” voraces e insaciables, todo iba bien, menos para los que todo iba mal. Uno de aquellos ciudadanos menos afortunados caminaba lentamente, con las manos en los bolsillos, por una senda del parque de los Príncipes, mientras reflexionaba sobre su aciaga suerte. Acababa de cumplir los cincuenta, casado y con cuatro hijos, desde hacía ya demasiado tiempo, era un “parado” de los que engrosan las listas del INEM.

Tenía algunos estudios y cierta cultura. Podía hacer cuentas y escribir cartas o redactar documentos sencillos. Era un auténtico maestro trabajando la madera, no le asustaba ningún tipo de herramienta ni las distintas artes de la albañilería. Además, se encontraba fuerte y joven y con sobrados ánimos para realizar cualquier tipo de tarea. Todas las mañanas consultaba las fuentes que proporcionaban información sobre puestos de trabajo vacantes y se presentaba a cuantos su formación le permitía. Pero siempre se topaba con las mismas respuestas: o todavía no tenía la experiencia requerida, o no era lo suficientemente joven para desempeñar la tarea. Así que diariamente pateaba las calles y peinaba los establecimientos por si la suerte le favorecía con algún tipo de cometido.

El gobierno, generoso y benevolente, había dispuesto que a las gentes como él se les entregase una cierta cantidad de dinero mientras durase su situación, por lo tanto, de momento, tenía las espaldas cubiertas. El problema era su dignidad. Había escuchado a mucha gente asegurar que el que no trabajaba realmente es porque no quería, su mujer comenzaba a tratarlo con cierto desprecio y en la mirada de sus hijos comenzaba a percibir un cierto matiz humillante. Llegó a una glorieta del parque y se sentó en un banco, cansado y abatido.

Por otra de las veredas avanzaba un hombre enfermo de Sida. Todos le habían abandonado. La gente se apartaba a su paso como si su proximidad fuera contaminante por sí misma. Aunque aquel mal le destruía por dentro, su alma de artista le proporcionaba la paz interior que siempre le hizo asombrarse con el color de las flores o enternecerse ante la sonrisa de un niño. Pero su tristeza era infinita. No sólo era consciente de su inminente final, sino que el aislamiento agudizaba la soledad de su muerte. Llegó a una glorieta, vio sentado a un hombre en un banco y se sentó junto a él.

Una vieja y despreciada prostituta deambulaba igualmente por el parque. Ella conocía cada arbusto, cada matorral, cada parterre, desde sus tiempos de juventud, aquellos en los que los hombres hacían cola para estar con ella, una vez caía la noche. Ahora nadie parecía reconocerla y los paseantes la miraban con desdén. Llegó a la glorieta, vio a dos hombres sentados en el banco y se sentó junto a ellos.

A aquel mendigo que vagaba por el jardín, con sus ropas mugrientas y su semblante abotargado por el alcohol parecía que todo le era indiferente. Precisamente lo suyo no era un problema de dinero, teniendo en cuenta lo poco que necesitaba para malvivir. Tras largos años de pedir o robar mantenía en el fondo del zurrón un buen puñado de billetes. Sus problemas eran de una naturaleza que el vino le permitía ver con claridad, pero que siempre olvidaba al día siguiente para volver a empezar. Llegó a una glorieta, vio a tres personas sentadas en un banco y mecánicamente les pidió limosna. Comprobó que no le hacían el menor caso, por lo que acabó por sentarse con ellas.

El último en llegar comenzó a hablar y al poco todos habían contado ya los pormenores de sus duras existencias. El parado confesó:

- A mí lo que más me duele es el desprecio de la gente. ¿Y a vosotros?

- El desprecio de la gente – dijo la prostituta.

- El desprecio de la gente –aseguró el mendigo.

- El desprecio de la gente –corroboró el artista moribundo.

Después de un rato de silencio, la prostituta continuó con el razonamiento:

- Nuestra pena es el desprecio, pero también esa repulsa en soledad. ¿Y si invitamos a todos los que se sientan igual que nosotros a concentrarse aquí mañana a mediodía?

Y cada uno se marchó por donde había venido. Y llegó el día siguiente. Los cuatro volvieron a reunirse puntualmente a las doce. Habían pasado el resto de la jornada anterior hablando e invitando a cuantos conocían a acudir a la convocatoria, pero, por el momento, seguían estando solos.

- Es mediodía –dijo el mendigo- y aquí estamos los cuatro y nadie más.

Presos de su propia tristeza, no percibieron el remolino de hojas secas que un viento imprevisto levantaba del suelo haciendo huir a las ardillas que trepaban a las copas de los pinos a toda velocidad. Pronto comenzó a escucharse un lejano murmullo que se acercaba lentamente hasta convertirse en bullicio. Un ejército de hombres y mujeres se encaminaba hacia la rotonda desde la entrada norte del parque. Se trataba de cientos de jóvenes airados que tras años de formación y estudio se desesperaban ante la falta de trabajo; individuos jubilados prematuramente que llenaban su tiempo a trancas y barrancas con las más absurdas actividades; albañiles y campesinos aburridos de taberna y fútbol, ante la falta de faena o labor.

Otra multitud hacía su entrada por el acceso sur. Masa infinita de gentes sin techo, que comían de la caridad y dormían en albergues, inmigrantes de todas las nacionalidades que no tenían trabajo ni dinero para regresar a su país de origen. Y así, poco a poco, fueron llenando los jardines, se fundieron con el gentío de desempleados y el parque quedó prácticamente abarrotado.

Otra legión de enfermos y desahuciados por un sistema público de salud que no era capaz de atender las últimas horas de los terminales y adolecía de recursos para proporcionar cobijo y residencia a los ancianos, quedaba ya a las puertas por falta de espacio, mezclados con una tropa de discapacitados, enanos, obesos, deformes y tartamudos. Todos, todos sabían muy bien lo que era el desprecio y sólo allí, entre sus iguales, sentían la hermandad de la comprensión.

Los medios de comunicación informaron sin descanso durante días de aquel fenómeno que había nacido espontáneamente de la desesperación, de la angustia y la indignación. Tanta fue la trascendencia de la situación que se exportó a otros países y, más pronto que tarde, los jefes de Estado y de gobierno de medio mundo se vieron abocados a la dimisión. Un nuevo orden nació de aquellos acontecimientos. Nadie de los que lo vivieron hablan de ello jamás, sin embargo las ardillas corretean entre las cuatro estatuas que reposan sentadas en un banco de una de las glorietas del parque, que ahora se llama de la “Hermandad”. Una corresponde a una ramera vieja y ajada, otra a un varón de mediana edad que soporta un cansancio infinito sobre sus hombros caídos, el tercero es un hombre con claros signos de grave enfermedad y la última representa a un mendigo con una botella vacía en las manos.

Siempre hay flores y mensajes escritos junto a las figuras y, con el transcurrir del tiempo, yo también he acabado por unirme al homenaje, cada vez que paseo por las veredas y senderos de ese pequeño bosque urbano donde un día todo cambió ".


No olvidemos a los músicos de Bremen y a tantos héroes anónimos que se enfrentaron a un destino cruel diseñado por sus enemigos. Bajo la bandera de la paz, con la fuerza de la razón y contra todo pronóstico vencieron a sus opresores... Repitamos juntos una y otra vez que  SI SE PUEDE !!!!

lunes, 9 de julio de 2012

La noche más solidaria




Las dos columnas de mineros, procedentes de Asturias, León y Palencia, la primera, y de Aragón, la segunda, ya están en la capital de España. Miles de ciudadanos anónimos hemos seguido a lo largo de las últimas semanas su vía crucis particular, mientras veíamos aumentar nuestro respeto por su causa y la solidaridad con sus reivindicaciones. Al llegar a Collado Villalba, punto clave que representaba la ruptura de una barrera psicológica que parecía lejana hace cuarenta y dos días, cientos de madrileños han arropado a su paso a estos hombres en su hazaña, quedando para el imaginario colectivo los abrazos de un grupo de ancianos de una residencia de la tercera edad, los aplausos y las lágrimas de emoción de ciclistas y viandantes o las arengas de un bombero megáfono en mano.

Pero lejos de afectos y sentimientos, hay que tener los pies en la tierra: la minería del carbón español tiene los días contados. La Comisión Europea ha cortado por lo sano. Ha fracasado la insensata apuesta del anterior gobierno socialista por alargar en el tiempo una política de subsidios masivos a la no rentable y muy contaminante actividad minera del carbón. Enfrentando la propuesta del mismísimo Comisario Almunia, partidario de extender las ayudas al mineral hasta 2023, la Comisión Europea ha apostado por permitir la ayuda estatal sólo hasta el 2014 y bajo unas estrictas condiciones que obligan al cierre de toda la minería europea económicamente deficitaria. La política de reflotar año tras año esta actividad empresarial inviable entra en choque frontal con la filosofía y el contenido del nuevo marco europeo sobre el carbón, que aboga por la libre competencia y el fin de la protección de una energía ambientalmente muy destructiva y altamente contaminante.

Todo esto racionalizado y europeizado queda meridianamante explicado y cristalino como el agua para cualquier ciudadano con dos dedos de frente. Pero de lo que hablamos es de algo mucho más profundo. Es de símbolos, de referencias, de ejemplos de rebeldía en tiempos de opresión, de abanderados de causas justas, porque no olvidemos que los gobiernos de turno siguen cayendo en los mismos errores que Felipe González cuando acometió la reconversión industrial. Hay que ofrecer alternativas. No se pueden cerrar las puertas sin abrir alguna ventana. Y en eso radica la solidaridad que estos hombres y mujeres aguerridos despiertan en el resto de la población, que también las estamos pasando canutas.

Tal vez cuando llegue a la madrileña y emblemática Puerta del Sol, la "marea negra" sustituya por una noche al 15-M. Entonces los mineros se convertirán en la representación palmaria de un elemento de cohesión social de valor incalculable, temido y criminalizado por el gobierno y las instituciones financieras, a las que este tipo de manifestaciones aglutinantes desasosiegan y perturban.

...Y yo estaré allí para vivirlo.

viernes, 6 de julio de 2012

La primera noche más hermosa


Son las doce. Es la hora bruja en la que los hombres sufren su metamorfosis, en lobos o en corderos, bajo la atenta mirada de una luna orgullosa de su esferidicidad perfecta. Es el momento, tras las implacables campanadas, en que las cenicientas corren con el corazón desbocado para evitar el desvanecimiento público del efímero hechizo, mientras pierden su zapato en una maniobra del subconsciente para dar con su príncipe. Es la linde temporal que separa un día del siguiente y, después de trescientos sesenta y cinco, se convierte en ese instante mágico en el que el mundo entero decide cambiar de año, de decenio, de siglo...

Son muy pocos los objetivos que, a lo largo de su convulsa historia, han puesto a la Humanidad de acuerdo y, uno de ellos, es la logística para estructurar el tiempo, la metodología para dividir las noches y los días; horas, minutos y segundos que anteceden al milagro del amanecer o dibujan en el horizonte el prodigio del crepúsculo, que da paso a un mundo onírico, de visiones, enigmas y secretos, en un perfecto equilibrio entre lo real y lo fantástico, entre ciencia y tradición.

No cabe duda de que hablamos de un instante emblemático, un símbolo de inspiración. Hay algo mágico en la medianoche. Algunos suspenden o ralentizan su biorritmo,mientras otros entran en la fase de mayor creatividad, convirtiendo la noche en yacimiento de ingenio y producción.

La noche más hermosa quiere ser un espacio para compartir experiencias, reflexiones, dudas, sentimientos, indignación o ternura, realidad patente o secretos inconfesables. Un feedback de anhelos e ilusiones, de esperanzas y proyectos, de obstinación y arrepentimiento. Un tiempo en el que los aliados de la noche daremos rienda suelta al pensamiento estructurado y a los sentimientos vehementes y enajenados. Entre todos formaremos un ejército de aves nocturnas tan crítico con nuestro entorno y sus derivados, como sensibles a la realidad de nuestros semejantes, que cada día se asomarán a esta ventana para contemplar la noche más hermosa. En nuestra mano está que así lo sea.

Bienvenidos a esta aventura. Espero que nos mantengamos eternamente unidos en la estancia azul cuando la última campanada nos indique el retorno cíclico de nuestra dimensión espiritual, de la conexión con nuestro yo más íntimo y la interrelación con nuestras almas gemelas...