Informativamente hablando, el octavo mes del año suele ser cuando menos baldío, pero el de 2013 pasará a la historia como especialmente denso. En el caso que nos ocupa, nada que ver con las serpientes de verano y los habituales del papel cuché de cuyas vacaciones nos dan cumplida cuenta los informativos más ortodoxos, precisamente, por la falta de noticias de peso que caracteriza la época estival. Pero, además y como un aldabonazo, entre el capítulo diario del sempiterno contencioso hispano-británico de Gibraltar, el recrudecimiento de la situación prebélica civil que vive Egipto y, en clave interna, las visitas a la Audiencia Nacional de los altos mandos del Partido Popular por el caso Bárcenas, se nos cuela el trágico e inesperado fallecimiento de doña Rosalía Mera Goyenechea, ex esposa de Amancio Ortega, y cofundadora del imperio Inditex. Me atrevo a aventurar que, como la mayoría de los ciudadanos de este país, hasta el pasado día 15, poco sabíamos de esta mujer que muere de forma inesperada y a una edad temprana, en un día anodino del mes de agosto, mientras disfruta de unas vacaciones tranquilas y familiares. ¡¡¡¡ ¿Cómo es posible ? !!!! Casi una desconocida, cuando nos referimos a la mujer más rica de España, con una fortuna valorada en 4.724 millones de euros, según la revista Forbes, lo que la coloca en el puesto número 66 de las personalidades más poderosas del mundo, y la única española que aparece en el ranking de la publicación...
La curiosidad es invariablemente más fuerte que mi voluntad y, al poco de comenzar a indagar en la vida de la señora Mera, me viene a la cabeza una cita bíblica que hasta los menos practicantes hemos escuchado alguna vez y que me parece muy apropiada para la reflexión que nos ocupa:
"Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos" (Mt, 19,24).
Pues puede que sea difícil pero no imposible, teniendo en cuenta que toda regla cuenta con sus excepciones. Antes de nada es preciso aclarar que, hasta donde yo sé, Jesucristo jamás condenó la riqueza ni los bienes materiales en sí mismos. Su reprobación tenía como objetivo a los adinerados cuyo único interés es acumular patrimonio para su propia satisfacción y lucro personal, volviendo la cabeza a las necesidades del mundo. Rosalía Mera pensaba que el dinero sirve para evitar injusticias, que el éxito está más cerca del "ser" que del "tener" y no le dolían prendas en colocarse decididamente tanto a favor del movimiento 15-M, como en contra de los recortes del Gobierno en materia de sanidad y educación y en las antípodas de la reforma de la ley del aborto que promueve el Partido Popular y el actual Ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
"Rosi", la niña que correteaba por el barrio coruñés de Matadero, siempre estuvo presente en doña Rosalía. A los 11 años dejó la escuela y a los 13 encontró el trabajo que determinaría el resto de su vida: aprendiz en La Maja, una elegante casa de modas de la calle San Andrés. Atendiendo a los clientes, un día conoció a dos hermanos nacidos en León, pero criados en La Coruña: Antonio y Amancio Ortega. Tras un noviazgo de los de antes, Amancio y Rosalía se casaron y levantaron un imperio en la localidad de Arteixo. Veinte años duró su matrimonio, con dos hijos en común, Sandra y Marcos, discapacitado de nacimiento como consecuencia de una parálisis cerebral. En 1986 llegó el divorcio y con él la división de la primera industria textil del país. A Mera le correspondió un 7% del capital de grupo, además del 5% de la farmacéutica gallega Zeltia y el 9'84% de la cadena hotelera Room Mate Hoteles. A partir de ese momento, Rosalía Mera desplegó una intesa actividad empresarial y social. Accionista de ICN, S.A., empresa dedicada a la comercialización de sistemas de identificación y custodia de neonatos en hospitales, así como de las productoras Continental y Milou Films. Dirigía la sociedad Cultigar, S.L., centro de repoducción de plantas mediante técnicas in vitro, y Estrella Orvi, S.L., firma dedicada a la investigación y desarrollo de patentes agrarias. Creó el Centro de Iniciativas Empresariales Mans en La Coruña, en 1999, y presidía y dirigía la empresa Trébore, dedicada a la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión social. Pero, sin duda, su actividad estrella fue siempre la presidencia de la Fundación Paideia, organización sin ánimo de lucro cuya razón social es la protección de los discapacitados, la integración de colectivos vulnerables y de la mujer en Galicia. Ahí es donde la señora Mera desarrollaba todo su potencial en una tarea para la que, sin duda, parecía estar llamada.
Rosalía nunca olvidó su procedencia y cuando le preguntaban por su filiación ideológica se posicionaba siempre a la izquierda porque, según decía, "teniendo en cuenta sus orígenes no podía ser de otra manera". Sus sólidas convicciones y su fe ciega en el esfuerzo personal y la honestidad como principios de vida, la llevaron a retomar sus estudios, después de haber nacido sus hijos, diplomándose en Magisterio, tras una destacada formación profesional en el ámbito sanitario.
Rosalía Mera, una millonaria políticamente incorrecta, resuelta y decidida, con un cierto aire hippy y sin la apariencia que por edad le correspondía, llevó siempre una vida sencilla, sin sofisticaciones, fiel a sus principios y coherente con sus valores, y tan discreta que ha tenido que ser su inesperada muerte la causa del abandono de su voluntariamente elegido anonimato. Puede que ella lo quisiera así, pero no dejo de pensar que es injusto que a los españoles, tan necesitados hoy de modelos nobles y referencias cabales, se nos prive de personalidades tan dignas, cuyo leitmotiv es el buen uso de sus fortunas, legítimamente conseguidas y la preocupación constante por los desfavorecidos y los desheredados de la Tierra. Empresarios con incalculables patrimonios y alforjas repletas de decencia y honorabilidad, que se encuentran en las antípodas de una clase política que, cada vez en menor medida, tiene en cuenta su juramento "hipocrático" de servicio público, cuyo objetivo estrella es la búsqueda irrenunciable de la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, en especial de los que menos tienen. Unos representantes soberanos que no saben cómo resolver los problemas de sus administrados, salvo con las tijeras en una mano y la tabla del IRPF en la otra; que se muestran incapaces de plantar cara con la determinación que imponen desahucios, desempleo, empobrecimiento, condiciones laborales draconianas, pesimismo y desesperanza ante la verdadera causa del desastre político y social que estamos viviendo: la imprevisión de nuestros legisladores, un sistema opaco de financiación de partidos políticos e instituciones públicas y la deshonestidad de corruptos e inmorales que tanto daño hacen a las arcas del Estado y a la credibilidad del sistema democrático.
Como decía el brillante Sir George Bernard Shaw: "Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo... y por los mismos motivos". ¡¡¡Qué capacidad de síntesis !!!
Por todo lo dicho, insto a los medios de comunicación, responsables de una información de servicio público, difusores de valores y modelos que convienen a una sociedad en crisis como la nuestra, a ensalzar a los prohombres y promujeres, que los hay, cuya dedicación en favor de una sociedad más justa y solidaria es el motor de sus vidas, de aquellos que, como Rosalía Mera, nunca dejaron de vivir como pensaban, a los que se dejan la piel cada día para mejorar las condiciones de vida de los menos favorecidos. Desde aquí solicito humildemente al gremio periodístico que limiten el empacho al que nos someten a diario con las andanzas y fechorías de los terroristas políticos y sociales, con la desconfianza que despierta, como lógica consecuencia, una justicia que se coloca sólo esporádicamente en el bando de los damnificados y, sin olvidar, la voracidad de unas organizaciones empresariales que no conocen límites para subyugar a sus asalariados. Permítannos, aunque sólo sea para preservar la salud mental de los sufridos ciudadanos, soñar con un escenario alternativo y fantasear con la quimera de que un mundo mejor aún es posible.
Estas breves líneas quieren convertirse en mi sincero y personal homenaje a la inventora de una de las prendas más populares de toda una generación, la bata de boatiné, cuando las viviendas españolas no contaban con los sistemas de climatización actuales. Un panegírico a una gallega hecha a sí misma, a una luchadora sin cuartel como mujer, como madre y como empresaria, a una apasionada de la vida y de la gente y a todo un ejemplo de gestión coherente y filantrópica de unos recursos multimillonarios. SÍ SE PUEDE !!!
Que nadie olvide que para ser un buen empresario, antes hay que ser un empleado eficaz.
Buenas noches a todos los camellos que entran por los ojos de las agujas. Ojalá cunda su ejemplo.
Descanse en paz, Rosalía Mera !!!!.