martes, 18 de marzo de 2014

La noche en que conocí a Albert Rivera

Buenas noches a todos los que, como yo, mantienen viva  la esperanza en que una España mejor aún es posible, un país que resurja, cual ave Fénix, de las cenizas del escepticismo y el descreimiento.

Pero una sociedad que se reinventa necesita protagonistas inéditos, gestores insólitos y líderes de nuevo cuño, para sacar a los ciudadanos del letargo en el que nos han sumido el desencanto y la negatividad, derivados sin remedio de una situación económica y social de crisis sin precedentes, circunstancia a la que se añade la incapacidad palmaria de una clase política que hace tiempo se quedó sin respuestas a las demandas de los nuevos tiempos.

¿Pero dónde encontrar esos nuevos jefes para la manada? Pues la verdad es que no sé de qué fuente beber, pero sí sé dónde el caño se secó y el manantial no volverá a manar. Enfrascada en mis circunloquios estaba, cuando hete aquí que se celebra el  Debate sobre el Estado de la Nación 2014. Probablemente, el más vacuo y con menos interés que puedo recordar. Cifras irreales, balances positivos con los pies de barro, planes de futuro que no van más allá del mes que viene, ausencia de alternativas, cero propuestas, mociones que se votan bajo los miopes parámetros de la disciplina de partido. Aún recuerdo aquellas sesiones parlamentarias en las que la ciudadanía seguía con pasión cuanto sucedía en el hemiciclo, ese anfiteatro cuya composición actual en el noventa por ciento de los casos pertenece a mi generación o a la anterior. Y si Sus Señorías no han sido capaces de hacer lo más perentorio que no es ni más ni menos que un gran pacto de Estado para sacar al país adelante, como demandan las excepcionales circunstancias que vivimos, ¿en qué cabeza cabe que los mismos perros vayan a ser capaces de conseguirlo, con solo cambiar el collar de las consignas electorales? Sólo un necio lo creería...

Y yo les digo a ustedes, señores parlamentarios, responsables del quehacer legislativo que rige las vidas y las haciendas de los ciudadanos: los españoles que nacimos durante el franquismo, ya cumplimos con la misión que nos fue encomendada, ni más ni menos que dirigir la Transición democrática, y guiar los primeros pasos de la nueva España dentro del marco que nos proporcionaba la Constitución. Y lo hicimos razonablemente bien. Pero andando el tiempo y las décadas, el sistema tiene los mismos achaques que nosotros, así que necesitamos hacer reformas, enmendar planas y reajustar modelos. O sea, España pide a gritos un plan Renove en toda regla.

Y también me dirijo a ustedes, ciudadanos votantes para decirles: NO se instalen en el ateísmo político. Todos los españoles mayores de edad tenemos la potestad soberana de dar un volantazo a esta deriva sin rumbo que parece haberse apoderado de la vida política de nuestro país en los momentos más difíciles. Aún hay esperanza, todavía se puede. En nuestra mano está la capacidad de cambiar las cosas, entre todos, juntos, unidos, remando en la misma dirección, pero con nuevos dirigentes, savia fresca y soluciones a estrenar. Gente virgen en el ruedo político, sin hipotecas, gravámenes ni arbitrios. Con las manos limpias, los bolsillos vacíos y el entusiasmo del que se despoja de la ambición personal para convertirse en servidor público.

... Y me entero de que está en Madrid Albert Rivera. Y dispongo del tiempo justo para ir a escucharle.

El Círculo de Bellas Artes era un hervidero de personajes mediáticos, de reporteros cargados con sus cámaras y micrófonos y de espectadores anónimos que, como yo, sentíamos una enorme curiosidad por ver la puesta en escena de este gurú del colectivismo... Y entonces me encontré con él, cara a cara.

Como muchos de ustedes saben, he vivido el mundo de la política de alto standing desde muy joven y muchas son las conclusiones que he plasmado en mis libros, tras más de treinta años de servicio público. A mi edad y en estas circunstancias pensaba, honradamente, que ya no me sería fácil volverme a "enamorar" de un candidato. No podía creer que alguien fuera capaz de hacerme sentir de nuevo las mariposas del subidón político en el estómago.


No hablamos de un mitin, ni de la presentación de un libro al uso, porque el acto se convirtió en un encuentro entre ciudadanos. Poco después de las breves intervenciones de las dos presentadoras que flanqueaban al político-escritor, la directora de la editorial Espasa, Ana Rosa Semprún y la periodista, Ana Rosa Quintana, los asistentes comenzaron el turno de preguntas que abarcaron todos los aspectos que actualmente preocupan a los ciudadanos. Todo el mundo quería participar y las respuestas de Rivera eran directas, claras y contundentes. Nada de subterfugios, de evasivas ni perífrasis. ¡¡¡ Clarito, como el agua !!! Y, como no podía ser de otra manera, fue ganándose poco a poco a la audiencia, que aplaudía sus intervenciones, mientras nos frotábamos los ojos cuestionándonos si era verdad lo que vivíamos o se trataba de algún tipo de ensoñación colectiva.


No es el objetivo de esta reflexión desgranar exhaustivamente el ideario político de Albert Rivera y su activismo, que cualquiera puede consultar en Internet, en redes sociales o comprando su libro "Juntos podemos". De lo que se trata es de llamar su atención respecto de la diferencia que existe entre este movimiento ciudadano y los partidos políticos tradicionales, en los que es muy difícil que podamos depositar de nuevo nuestra confianza en futuras convocatorias electorales. Así que, desencantados y sin alternativas, complicada encrucijada la que se nos presenta a los que nos regimos por la máxima de hacer uso de la prerrogativa democrática del voto, pase lo que pase y pese a quien le pese.

Albert Rivera es un "revolucionario" políticamente correcto, un "emprendedor" de la política, joven aunque sobradamente preparado, que habla inglés (¡por fin!), que se expresa en el idioma que entendemos todos y cuyo proyecto, probablemente, sea el más ilusionante desde el 15-M. Y alguien me comenta: "Seguro que luego, cuando llegue al poder, se volverá como todos, ciego, sordo y prepotente..." Y respondo: " Hombre, que las cosas hayan sido así, no quiere decir que tengan que serlo siempre ". Yo me inclino, decididamente, por abrir paso a la generación de la esperanza y que nadie me prive de la oportunidad de  I L U S I O N A R M E, que para desilusionarme tiempo tengo.

Deseo a Albert Rivera y a su Movimiento mucho acierto en una andadura política con otros fondos y distintas formas, de las que tan necesitados estamos los españoles del siglo XXI.


¡¡¡  Tal vez hoy empecemos a ver esa luz al final del túnel que tanto se está haciendo de rogar  !!!!
Deseo a todos los que compartimos este espacio de reflexión y análisis BUENAS Y ESPERANZADORAS NOCHES.

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