jueves, 19 de julio de 2012

La noche de las tijeras afiladas


Todo el mundo sabe que los santos patrones del funcionariado nacional son Antonio Fraguas "Forges", por el trato exquisito que siempre ha dispensado en sus chistes a los empleados públicos y Mariano José de Larra, cuya frase "Vuelva usted mañana" sigue siendo la consigna favorita del funcionario que atiende en ventanilla, aunque hayan pasado dos siglos del famoso artículo firmado por el insigne escritor y las ventanillas ya no existan.

Cualquier español no perteneciente al ámbito público sabe contar un chascarrillo sobre funcionarios, y desde luego, si la famosa frase de Larra fuese el título de una canción, sería la más versionada de la historia de España, país en el que resulta harto difícil no encontrar a nadie que no haya sido el protagonista de algún trámite infinito o, más letal aún, que no esté dispuesto a contarlo.

Ningún perfil del catálogo profesional de artes y oficios, como el del empleado público, aparece tan estereotipado, sujeto a tópicos y respondiendo a una potente imagen de vagos y negligentes, por culpa de un buen número de parásitos que entendieron finiquitados sus retos profesionales cuando aprobaron una oposición. Lamentablemente, nunca estos hicieron tanto daño a todos.

Mariano Rajoy, con traje de papá Nöel y rodeado por sus pajes y escuderos, nos ha felicitado la Navidad en el mes de julio. Se trata de hacer bueno el refrán de que "quien avisa no es traidor", además de poner en valor su exquisita consideración, por si alguien tiene intención de comer turrón durante las Pascuas de 2012, vaya pensando en comprarlo ahora, porque luego ya no podrá.

Precisamente este regalito navideño anticipado unido a las pérdidas y recortes que venimos arrastrando desde hace años, deja a muchos funcionarios tocados de necesidad. Por eso, mejor que echar mano de Larra, lo que ahora se impone es hacerlo de una autora olvidada, Dolores Medio que, en 1956, escribió una novela de lúgubre título: "Funcionario público", en la que narraba la vida monótona y gris de un empleado de Correos al filo de la pobreza. Una losa de realismo social de aquella España que, lamentablemente, parece retratar tambíén a muchos funcionarios de hoy. Esa imagen del empleado público que sobrevive desempeñando tareas mecánicas, sin aspiraciones, o esa del médico o profesor que representan la sanidad y la educación públicas, gratuitas y universales y que los españoles, injustos e ingratos, no valoramos ni reconocemos, prestos a santiguarnos cuando de funcionarios se trata, para relatar acto seguido el último sucedido en ventanilla.

Aunque hubiera cabido esperar, quizá, cierta clemencia por parte de un Gobierno plagado de altos empleados públicos, encabezados por un registrador de la propiedad, el hachazo ha caído con toda su contundencia sobre un sector con el que parece que cualquier castigo siempre será menor. Los funcionarios cargamos con un pecado original que en momentos de inestabilidad y zozobra se convierte en un elemento distorsionador de nuestra actividad: la seguridad del puesto de trabajo, inmune a despidos. Es por ello que cualquier recorte aplicado sobre el colectivo no se ve como una posible causa de la pérdida de calidad del Estado del Bienestar, sino como una justísima represalia dirigida contra una casta privilegiada que no tiene derecho ni a protestar.

El famosísimo artículo de Larra incidía en lo lioso de los trámites y el casquivanismo español de un empleado público que se mimetiza con el Estado. Pero pocos repararon en el ciudadano. A un español no se le debe decir "vuelva usted mañana", porque ya se encargará él de aparecer mañana y no el día que debe. Siempre se señala con saña al que está detrás del mostrador, pero ojo con el que está delante. A ver si el problema va a estar en que no se le puede exigir a la Administración un ritmo que el país en sí mismo no tiene.

Después de semanas en las que se lleva hablando de los funcionarios y muchas son las páginas escritas analizando su función, sus eficacias e incompetencias, se ha filosofado y elucubrado sobre su origen, de dónde vienen, su necesidad de existir, cómo llegaron al planeta tierra y hacia dónde van...  Me tienta la posibilidad de escribir, tal vez, una novela que lo explique, porque aún nadie ha sabido dar con la clave en ficción o película, y los funcionarios nos hemos quedado reos del razonamiento de un romántico de dos siglos atrás, y girando sobre un chascarrillo tan absurdo como gastado.

La incidencia sociológica de la crisis, se traduce de la siguiente manera: si en tiempos de bonanza económica, los funcionarios son criticados por el resto de la población, en tiempos de crisis son mirados con envidia y resentimiento. Pero eso sí, al barco público intentarán subir todos los náufragos del empleo. Finalmente, la crisis se superará, los funcionarios sobreviviremos, pero no es menos cierto que del mal trago no se librará nadie y el sector público pagará el precio más caro de las consecuencias correspondientes a los duros tiempos que vivimos, retrocediendo con pasos de gigante en sus condiciones laborales y viendo frustradas conquistas ancestrales por un trabajo digno.

... Así y todo siempre será fácil reconocer al buen funcionario, sobre todo en tiempos difíciles. Fíjense, fíjense bien ciudadanos privados, estamos ahí para ampararles y defenderles... Y, por favor, colóquense en el bando correcto.

Buenas noches a todos, pero en esta ocasión permitidme que sucumba al corporativismo, y mis mejores deseos sean hoy para mis compañeros los EMPLEADOS PÚBLICOS.

5 comentarios:

  1. Exquisito, Maria Ángeles. Comparto todo absolutamente. Un atentado hacia los recursos humanos del sector público es un atentado a quien sirve al pueblo, y de eso, no se dan cuenta muchos....
    Se que existen organismos públicos que se proveen de asesores (puestos por políticos) que cobran una millonada y que ni asesoran ni hacen nada de nada, eso sí sueldecito a millón a bolsón, y no se si habrá habido recortes en estos personajes, vamos cortes de cabeza, en el sentido figurado, seguro que tú nos lo puedes contar por que de todo esto sabes un trecho.
    El otro día leía opiniones sobre que la poli se uniese a las manifestaciones y les ponían de vuelta y media. ES una pena confundir el bando. Hay que recordar dos dichos muy sabios "la unión hace la fuerza" y "divide y vencerás".... Por favor no perdamos de vista ninguno de los dos, el primero porque es lo que tenemos que seguir haciendo y el segundo porque es lo que están intentando gente como la Botella en sus lúcidas declaraciones.
    Por último ánimo con la novela!!! qué envidia me das!!!
    Un abrazo

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    1. Querida Sigrid: Sabes lo que agradezco tus apoyos y afectos. Como sabiamente dices, en tiempos de crisis, cuando las agresiones externas son injustas y desproporcionadas, se hace más necesario que nunca mantenernos como una piña contra las embestidas que pretenden minar nuestro bolsillo y nuestra moral. Puede que consigan lo primero, pero jamás lo segundo. Sólo los miopes sucumben a la división que buscan los caciques totalitarios. Puede que el señor Rajoy, que pasará a la historia, entre otras cosas, como el único presidente del Gobierno que ha conseguido la unidad de toda la Función Pública, se lleve una sorpresa y la estrategia se le vuelva en su contra. Vamos a demostrarles que SI SE PUEDE.

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  2. No puedo estar más de acuerdo con lo que dice en su crónica. La anatomía del chascarrillo siempre es así. El mal social que padece España empieza o acaba por ahí, por la envidia. No deja de ser pura envidia de aquellos que nunca pasaron por una oposición o que no saben que hay muchos funcionarios que, entre otras, se juegan el tipo apagando incendios, o que desfallecen en unas urgencias de cualquier hospital público.

    El único pero que le pongo a la respuesta activa que ha tenido el funcionariado en estas dos últimas semanas es no haberlo hecho antes. No haber cerrado filas en solidaridad al profesorado en la Comunidad de Madrid y otras medidas que fueron dosificadas con mucho de malas artes y manipulación.

    Y sobre Larra, decir que, por desgracia, ya no quedan periodistas que se puedan llamar así en ninguna de las empresas de comunicación controladas por los grupos de presión, poder y opinión, apuntaladas a su vez por los mismo que ejercen esas medidas.

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    1. Yo también comparto tu enfoque del tema, Luis. Los españoles somos especialmente envidiosos de lo ajeno, sobre todo, desde la posición más cómoda que es hablar sin tener ni puñetera idea de lo que se dice y desde la visión miope que supone el pensar que la gente ha llegado hasta donde está porque le tocó en una tómbola. Los funcionarios nunca hemos estado unidos porque ya se han encargado algunos de que estemos divididos para que no seamos una amenenaza. Pero da la casualidad de que Rajoy pasará a la historia, entre otras cosas, por ser el único presidente del Gobierno que ha conseguido unir a toda la Función Pública. Iremos viendo, compañero.

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